viernes, 2 de febrero de 2007

embustia2


Nadie te dice su verdadero nombre en Embustía, pero los demás temen morir por desacato, mienten los Juanes, y dicen, o son asquerosamente inducidos a llamarse Pedro, entonces, el tipo podría llamarse... y así es en “verdad”...


Augusto, digamos, que es un nombre de difícil referencia, y en mi opinión, disculpando a todos los tocayos, la elección del “régimen”, no esta tan desacertada, “como que hay pocos Augustos”, y encima suena a sabor (suelo hacer estas estúpidas asociaciones)
Augusto nunca haría eso, cualquier tipo de razonamiento, para él, debe ser concreto, real, y para mi gusto, "aburridísimo", pero Augusto es así... y no lo vamos a poder cambiar... sobre todo por su inexistencia físico-histórica (es solo un personaje embustiano), y porque... es extremadamente conservador... un ser imaginario, cotidiano e infeliz.

Comencemos por determinar el aspecto físico de este señor... obviamente, no puede ser ni gordo ni muy flaco, porque serian estereotipos para otros personajes, nunca para alguien "armonioso" como él; sobrio en el vestir, aseado y pulcramente parecido a otros tantos Augustos (úsese como adjetivo) Tampoco debe ser muy alto, porque tendría que contar la historia de un jugador de básquet... o de volley. (En un ataque de originalidad estética)... y si fuese petisito o enano, correspondería hablar de circos, mirones o comediantes... y justamente Augusto no encaja en el papel del típico protagonista... mas bien da para el rol de un simple actor de reparto (extra no. jamás...
Vestido para cada ocasión y sin desentonar, este buen hombre, clon de otros miles, abriría los ojos antes de las siete de la mañana. no voy a detenerme en cada acto rutinario del hombre, en cada operación "vital", porque talvez dejasen de leer este relato ahora mismo, al recordar sus propias existencias (que por cierto, s mejor que pueden hacer, abandonar esta lectura de inmediato).
Como aliciente, tengo el deber de comentarles que los Augustos son imprescindibles, de hecho cualquier sociedad que se precie de tal, tiene que, inevitablemente albergar a estos tipitos. Embustia los necesita realmente, son, la "opinión publica", el famoso hombre promedio (no sé que promedian, pero son esos tópicos repetidos e inconsistentes de los medios embustianos)
Un tipo así "tiene" que ser oficinista, y si es en una oficina del estado mejor... el estado, ama a los Augustos, es mas, ha creado una cláusula que impide echarlos, (pero esa verdad evidentemente no la comentan), porque los deben considerar muy útiles, ellos son los pilares, del tan mentado statu quo... o que las cosas sigan como están... bien no... estables, mentirosas, y mal.
Cepillos de dientes, cerveza sin alcohol o vino barato, caja de ahorro, examen de orina, aniversarios, camisa celeste, fútbol, traición, moralina, mayonesa, escarapelas, buenas tardes, y muchos Augustos con poco gusto.
Ahora supongamos que un día esta "figurita fácil" decide mandar todo al carajo, dejar de sonreír cuando conviene y callarse cuando hablar lo perjudicaría, exigir el aumento que realmente merece, decirle a su esposa que en realidad hace años que dejo de quererla, y a sus hijos... que los quiere, que los ama en verdad, ah! y a su amante que no es nada mas que eso, despide a varios "amigos " hasta nunca, y para darle el toque fílmico a la cuestión, comienza a caminar, solitario y pensativo por una calle del centro... embustiano
En este punto de mi flojo relato, muchos esperan que suicide a mi querido personaje... que le dedique el destino de los mediocres, que lo mate a sangre fría y por la espalda, algo complicado para un suicidio... y los mas "optimistas", me gritarían, que realmente deje de ser lo que era y se transforme en un nuevo hombre, ese que el quiere, el y su destino... pero claro que me estoy olvidando de la opinión publica construida por sus compañeros Augustos... -convendría que este "hombre de bien" diera marcha atrás en su estúpida rebeldía-me dirían miles y miles de ellos-quizás con la razón normal de un mundo de sinrazones...
Pero yo ya no puedo hacer nada por él, ahora Augusto es artífice de su propio destino, y no va a detenerse para hablar conmigo...
Porque llega tarde a la oficina.

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